Cuando los días pasan rápido

Vivir en Lima es someterse a pasar la vida al compás de un reloj cuyos minutos parecieran tener menos de 60 segundos. Tal vez por eso quienes hemos logrado huir de Lima hacia refugios menos urbanos y caóticos añoramos aquellas semanas que hemos pasado fuera (sin combis, sin ruidos, sin tiempo).

Los días, a veces, pasan muy rápido. Te levantas, desayunas (?), clases en la universidad, reuniones, algo de cine, almuerzo, más clases, tráfico, más caos. Uno solo tiene tiempo para pensar cuando al fin se ve acostado en su cama listo para dormir (si se le puede llamar así a las 5 horas de inactividad). Despertar es seguir la rutina de la rapidez. Así pasan las semanas y los meses y, con ellos, el año y los años y la vida. Esta inmediatez de lo vivido no nos deja tiempo para prestarle atención a los detalles y a aquellos momentos que hacen que la vida sea vida y no una mera continuidad de hechos sin sentido. Y en medio de este caos... ¿jamás te has sentido solo? Es una pregunta que valdría más sui fuese formulada de modo introspectivo: ¿jamás me he sentido solo?.

Conversando una noche de octubre le pregunté cuál era la solución para no sentirse solo. Suele pasar que a veces estamos rodeados de muchas personas que nos quieren y lo sabemos. Sin embargo, hay soledades que se dan simultáneamente a esa compañía. Si tuviera la respuesta –me dijo- te lo diría. Aun no había logrado hallar la respuesta. Y escribiendo esto se me viene a la mente un miércoles de septiembre en el que, luego de pasar por un café en el Óvalo Gutiérrez, acabé sentado en una de las bancas de la Iglesia de Miraflores. El silencio del recinto motivó mi reflexión la cual desembocó en una pregunta que, a la distancia, le hice por mensaje de texto: ¿Algún día podremos ser felices?, escribí.

Ya manejando de regreso a casa la respuesta a mi mensaje inicial rezaba así: “Yo estoy seguro de que sí. La felicidad sin bajos y altos no es felicidad; ¡eso es fantasía! La felicidad se caracteriza por ser rica en momentos felices y no.” A veces tenemos todo para ser felices solo que nos damos cuenta. Pero, tú que lees esto, no te preocupes. Pensar así es parte de nuestro “ser humano” que ambiciona mejores estados emocionales. Quién dijo que la vida era sencilla. Lo único que puede ser es más llevadera si encuentras a quien pueda acompañarte a vivir tus días más lentamente.

2 comentarios:

Al leer estas líneas, me hiciste recordar las clases de teorías del conocimiento jijiji y las conversaciones que teníamos, antes, durante y después jiji... recuerdo cuando me mostrabas tus ideas, como la parte que hablas de la inmediatez de lo vivido o la felicidad con sus altas y bajas... y en realidad creo que todos alguna vez nos hemos visto prisioneros del caos de Lima y víctimas de la falta de tiempo para hacer las cosas. No pude evitar sentirme un toque "feeling" cuando hablaste sobre la soledad a pesar de las personas que nos rodean, y pues sí es cierto, todos alguna vez nos sentimos solos, pero creo yo que no es más que una jugarreta que nos juega la mente, xq si bien es cierto que uno puede sentirse solo a pesar de estar rodeado de gente, creo q solo sucede cuando uno no deja entrar a esas personas en su vida, quiza por miedo, quiza porque prefiere continuar con su vida como está, en fin, el punto es que... en realidad nunca estamos solos... piensa en eso y a ver si me deleitas con otra reflexión al respecto;)

Aveces las necesidades nos llevas a la soledad.porque las horas parecen ser menos que lo normal al tener muchas actividades que desarrollar durante el día